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Artículo publicado en el periódico El turbión |
Por:
Carlos Alberto Crespo Carrillo*
El uso de animales no humanos les causa un sufrimiento notable; incluso su
uso indoloro resulta pernicioso en tanto que alimenta su visión como recursos.
Aunque la administración de la ciudad de Bogotá estaba obligada por la Corte Constitucional y por el Concejo de Estado a devolver el control de la Plaza de Santamaría a los taurinos y a pesar de que su decisión dejó en manos del Congreso el tema de la regulación o de la abolición de la tauromaquia, también debe decirse que las sugerencias realizadas a inicio de año desde el colectivo ciudadano Equipo Bogotá Por Los Animales y la organización Resistencia Natural, como parte de la Red Internacional Antitauromaquia, para hacer frente a la contingencia del posible regreso de las corridas a la capital no fueron tomadas en cuenta por el Distrito.
La alcaldía solo se ha manifestado de palabra y con publicidad
contraria a las corridas de toros, pero, en los hechos, solo ha apoyado que nos
vayamos por el callejón sin salida de una ley reformista: es bien sabido por el
movimiento animalista colombiano que el Congreso es tradicionalmente un
escenario renuente a tratar el tema de las corridas de toros. Así, el proyecto
de ley radicado el pasado 20 de octubre por el senador
Carlos Fernando Galán, con apoyo del alcalde
Peñalosa, abre la puerta para las mal llamadas ‘corridas incruentas’.
Desde que nos
enteramos de que el plan del alcalde de Bogotá era apoyar un proyecto de ley
sobre el tema de los toros, nos pusimos a disposición del mismo y solicitamos
que nuestra experticia y camino recorrido en la elaboración de proyectos de ley
de este tipo fueran tomados en cuenta, pues, paralelamente al trabajo que realizamos
en la construcción de la Ley
1774 de 2016, se inició la formulación de un proyecto de ley que impidiera
la realización de corridas de toros en el país con unos matices lo
suficientemente certeros para que tuviera posibilidades de tránsito en las
comisiones y plenarias del Congreso.
Sin embargo,
las peticiones de inclusión no rindieron frutos y se comenzó a hablar en los
medios de comunicación de los apartes que parecía que iba a contener el
proyecto y que iban en camino a lo que se conoce como ‘corridas incruentas’.
Algunos medios lo refirieron como corridas al estilo portugués.
De esta
manera, como representante en Colombia de la Red Internacional Antitauromaquia,
construí un documento que fue radicado el 16 de septiembre y entregado tanto al
senador Galán como al representante a la Cámara Nicolás
Echeverry, quien también estaba formulando un supuesto proyecto de ley
‘incruento’. Este documento se acompañó con documentación científica,
veterinaria y etológica
que demuestra que no existen las corridas incruentas, Así mismo, se incluyó en
la documentación entregada el documental “Taking the face: The portuguese
bullfighting”, de los directores Juliusz Kossakowsky y Matthew Bishop que
controvierte el imaginario popular de que las corridas portuguesas no
involucran maleficencia a los animales. Finalmente,
se ofreció la asesoría y acompañamiento del movimiento local, nacional e
internacional. Hasta la fecha, no se ha recibido comunicación alguna de estos
congresistas, ni siquiera para confirmar la recepción del material entregado.
A altas horas
de la noche del 19 de octubre y por canales no oficiales nos invitaron del
Distrito a acompañar la presentación del proyecto al siguiente día en el
Congreso. ¿Cómo acompañar un proyecto de ley del cual no conocíamos ni los más
mínimos contenidos, a pesar de haberlo solicitado, y en cuya formulación no
hemos sido incluidos?
El 24 de
octubre llegó a los correos electrónicos de algunas organizaciones animalistas
una invitación del Instituto Distrital
de la Particiación y Acción Comunal (Idpac) para participar en una reunión
el 27 de octubre para la creación de estrategias de apoyo al proyecto de ley
que busca eliminar el maltrato animal en las corridas de toros. Nuevamente, nos
surge el cuestionamiento: ¿por qué no tuvieron en cuenta al movimiento
animalista para la elaboración del proyecto de ley y ahora sí pretenden que
participemos en la defensa de algo que no consideramos correcto en el camino de
la abolición de la tauromaquia y para los intereses de los toros? El diálogo
abierto y la construcción colectiva entre el sector animalista, el Congreso y el
Distrito debieron darse desde el inicio.
¿Qué es lo problemático de este proyecto de ley?
Inicialmente,
hay que decir que este proyecto de ley no implica abolir la tauromaquia sino
regularla, ponderando el deber de protección animal y la protección de la
cultura y haciendo un reconocimiento con el que se valida la tauromaquia como
arte, el arte de torturar y asesinar a un animal en público. Lo anterior, a
pesar de que las sentencias de las altas cortes dieron vía libre al Congreso
para abrir la posibilidad de prohibir las corridas de toros y derogar leyes
inmorales como el Reglamento
Nacional Taurino (Ley 916 de 2004). Asimismo, da una muy mala sensación
leer que quedaron fuera del articulado las peleas de gallos, las corralejas y
el coleo, manteniendo el déficit de protección animal que se supone se busca
equilibrar.
El siguiente
punto es positivo, pero tiene implicaciones que es necesario analizar: el
proyecto devuelve a la administración de los municipios con tradición taurina
la potestad de hacer cabildos para decidir si quieren seguir o no con las
corridas. En el pasado, y ante la falta de garantías en el Congreso para que un
proyecto de ley para abolir las corridas de toros pasara, impulsamos una consulta antitaurina por Bogotá sin
toreo que fue dejada sin piso por el Concejo de Estado en un fallo sin sentido.
Con el presente proyecto de ley se devuelven las facultades de la participación
popular a los municipios, pero muchos tenemos desconfianza en estos mecanismos
por ser fácilmente manipulables por los sectores más retardatarios del país,
como ocurrió con el reciente plebiscito
de refrendación de los acuerdos
de paz de La Habana.
Y, viene lo
sustancial, el proyecto de ley busca eliminar de la Ley 916 de 2004 todos
aquellos artículos que refieren los instrumentos y las torturas que se realizan
a los toros en la lidia. Son derogados artículos que tienen que ver con las
banderillas, los rejones, las puyas, los estoques, el corte de apéndices del
animal, el descabello, así como ciertas definiciones y procedimientos. Con
esto, se plantea la realización de la corrida sin que se den los tercios de
varas, banderillas y muerte, manteniendo intacta la lidia del animal y su
posterior muerte en los corrales.
Aplaudimos
iniciativas legislativas que propendan por los derechos de los animales. Sin
embargo, consideramos que al implementar lo que se conoce erróneamente como
‘corridas incruentas’ se parte de la idea de que el sufrimiento de los animales
solo radica en el uso de elementos corto punzantes para hacerles daño o darles
muerte, cuando sus padecimiento tienen que ver con muchos más elementos, como
lo han demostrado los estudios científicos de la Asociación de Veterinarios
Abolicionistas de la Tauromaquia (Avatma), en particular su “Informe
técnico veterinario sobre los espectáculos taurinos con vacas y vaquillas”,
y trabajos como “La
crueldad de las corridas incruentas” del etólogo Jordi Casamitjana.
Es por lo
anterior que no nos es imposible acompañar ni apoyar el mencionado proyecto de
ley, pero esto no quiere decir que nos quedemos de brazos cruzados. Lo que es
seguro es que desde el movimiento de protección animal seguiremos trabajando
para que la abolición de la tauromaquia sea una realidad, así como toda forma
de esclavitud animal. Más aún, sabiendo que en estos tiempos de diálogos de paz
no puede seguirse haciendo la guerra a
los animales, quienes han sido víctimas no solo del conflicto sino del especismo, del cual la
tauromaquia es solo un ejemplo.
El camino
hacia la abolición de la tauromaquia necesita ser menos ‘políticamente
correcto’. Los taurinos han demostrado su talante incumpliendo la Sentencia
C666 de 2010 al hacer corridas ilegales. Ante la arbitrariedad inmoral y
especista de la norma, necesitamos desobediencia institucional y civil, haciendo
gala de la libertad de conciencia planteada en el Artículo
18 de la Constitución Política de Colombia.
El anuncio del
regreso de las corridas de toros a Bogotá no puede ser visto más que como un
obstáculo a la inevitable realidad patente de la próxima desaparición de la
tauromaquia, no solo en Colombia sino en los pocos países donde aún se da esa
práctica aberrante, que abonará el camino para la construcción de una paz no
especista.
__________
* Vocero en
Colombia de la Red Internacional Antitauromaquia, integrante de Equipo Bogotá
por los Animales, representante de Resistencia Natural (REN).
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