Luego de pasar el medio día y dispuesto a acudir a la concentración sobre el tema del Cabrito, me encontré un caballo inmovilizado en el CAI de la AV 10 con CL 17 en pleno centro de Bogotá, mientras un buen número de personas se congregaba en torno a él, decidí revisar que estaba pasando. Me encontré con un caballo con varias laceraciones hinchadas y sangrantes en la pata trasera izquierda, que le impedía asentarla. Pregunte a algunas personas lo ocurrido y me comentaron que el caballo se había caído mas o menos hacia las 11 AM en plena Av. 10 debido al sobrepeso de elementos metálicos (Los carretilleros afirmaban que se había tropezado). Los maderos le aprisionaron la pata y le oprimieron la zona de los testículos. Los carretilleros y los policías del CAI del turno de antes de la 1 PM trataron de levantarlo a golpes, según las referencias de las personas que presenciaron el hecho. El caballito empezó a orinar profusamente, presuntamente por la presión sin lograr pararse. Ante este hecho (Y contrario al caso del caballito blanco) muchos de aquellos que estaban mirando expresaron su rechazo, pero varios decidieron ir a la acción y dejando atónitos a carretilleros y policías comenzaron a romper los maderos y demás aperos de la carreta para liberar al caballo, que con gran dificultad pudo pararse. Gracias a esta acción, el caballo se salvó de recibir mayores maltratos.
La comunidad impidió que luego de esto los carretilleros se llevaran el caballo, exigiendo a la policía que lo retuviera en el CAI y que hiciera los trámites pertinentes para su decomiso por maltrato, a lo que los policías respondieron que si eso querían que hicieran los trámites los demandantes. Aparte de ello, la policía, negando las evidencias, repetía que todo era un simple accidente. Desde estas tempranas horas varias de las personas se pusieron a la tarea de llamar a la policía ecológica, pero sin una respuesta adecuada. También llamaron a la ADA y a algunos medios pero tampoco se lograron comunicar. Habiendo escuchado a los carretilleros hablar con la policía, sabían que si se retiraban del lugar, no habría inconvenientes en que la policía les devolviera el caballo, por lo que decidieron resistir, dejar sus tareas, compromisos y obligaciones y quedarse al lado del caballo. Cuando yo pasé, personas de todas las edades estaban firmes pero muy preocupadas ante la falta de una solución.
Carlos Crespo
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